Entre agosto de 2002 y marzo de 2005 salió a la calle la versión impresa de Si Se Calla El Cantor. Fueron 8 números en total, hechos con mucha pasión y la ayuda de algunos valientes del mundo del rock que se animaron a publicitar en una revista independiente.
Siempre con la intención de ir un poquitito allá de las preguntas de cassette que todo músico espera oir para promocionar el acontecimiento que lo llevó a dar la entrevista (llámese nuevo show, nuevo disco o nuevo corte de difusión), quedó como resultado un puñado de declaraciones inolvidables, inspiradas o, por lo menos, interesantes.
Siempre con la intención de ir un poquitito allá de las preguntas de cassette que todo músico espera oir para promocionar el acontecimiento que lo llevó a dar la entrevista (llámese nuevo show, nuevo disco o nuevo corte de difusión), quedó como resultado un puñado de declaraciones inolvidables, inspiradas o, por lo menos, interesantes.
Recuerdo puntualmente la vez que Germán Daffunchio reconoció, en un camarín de El Teatro de Colegiales, lo mismo que algunos sospechaban de siempre: que Los Redondos alcanzaron su gran masividad cuando el Indio Solari se peló barba y cabello tras la muerte de Luca (o la extinción de Sumo, que es lo mismo). También quedaron esas dos entrevistas a Ricardo Iorio, -harto repetidas en páginas de fans, foros y hasta en Wikipedia- o las declaraciones pre-Cromañón del Pato Fontantet de Callejeros que luego lo complicaron en la causa penal. Esas y otras tantas entrevistas, diferenciadas por los tópicos tratados pero unidas por las valentías individuales de aceptar el juego de hablar más allá de los formalismos. Juego que, por cirto, jamás aceptó Ciro de Los Piojos cuando pidió el cuestionario de preguntas por escrito y luego se negó a responderlo por no estar de acuerdo con algunas preguntas.
Unos cuantos ejemplares perdidos deben sobrevivir en el depósito de alguna que otra rockería, pero prefiero sacarles el polvo del recuerdo por estos días y publicarlas por acá.